En nuestra lucha por la vida sólo hay una decisión entre dos alternativas: aceptar el fracaso o seguir en la lucha hasta triunfar.

No hemos sabido nunca de nadie que haya triunfado sin tener que vencer antes algún obstáculo, tras de todos los grandes éxitos hay una larga serie de caídas y fracasos. Sólo las piedras de los caminos están libres de preocupaciones, nada las molesta, nada necesitan, nada las conmueve. ¡Pero tú estás vivo! Eres un hombre, no una piedra. Tú puedes elegir entre vivir en un miserable agujero en la tierra o construirte un dorado castillo al sol.

Todo en ti está creado en una maravillosa armonia vestida de las manos de Dios. Eres un organismo viviente, capaz de la coordinación más perfecta y de los pensamientos más elevados. Las ideas más creadoras y los más poderosos dones están escondidos en tu mente, esperando la orden que les hará sacudir el polvo de la mediocridad y el pesimismo.

Si lo es o no lo es


Si nada es de nadie,
o todo es de todos,
si mi alma es nada
o lo es todo.
Si todos sabemos
o no sabemos nada de nada.

Si el aire es de colores,
o el cielo transparente,
si es espejo o azulejo,
si la tierra es lo puesto
o no lo es, no sé.
Si es de dementes.

Si la vida es el inicio
o el final de algo,
o la muerte es del ciclo,
o es su infarto,
si hay o no hay detrás,
o delante, que sé yo.

Si la locura es mi opuesta
o mi pertenencia,
o qué es cordura y quién es,
si lo soy o no lo estoy,
que sé yo que es la locura,
quién lo sabe pues.

Si las letras se entienden,
aunque parezcan del revés,
si la reflexión fue real,
o es raro y qué sé yo,
yo creo que está muy claro
¿No crees?.


Cuando alguien nos ofende nuestra primera reacción es alejarnos de esa persona, pero debemos evaluar calmadamente si vale la pena dejar morir una amistad, un hogar, una relación cualquiera a cambio de tener que vencer nuestro orgullo y tomar la iniciativa de acercarnos nuevamente.
Pero es difícil dar ese primer paso en busca del acercamiento que tanto deseamos. Casi siempre decimos: “Sí, le perdono, pero que venga él primero a pedírmelo”.

Son numerosos los casos de familias, noviazgos rotos, amistades perdidas sólo porque ninguno tuvo el valor de ser el primero en acercarse por temor a ser rechazado, o simplemente por no tener la fuerza suficiente para vencer un mal entendido orgullo.

Seamos siempre quien dé el primer paso y sí después de buscar reconciliación la otra persona no quiere aceptar nuestras palabras, quizá habremos perdido a un amigo pero habremos ganado la satisfacción de cumplir con nuestro deber, y si alguien se nos adelanta y nos busca primero, démosle nuestra pronta acogida, que cuando alguien busca una reconciliación no se rebaja sino por el contrario; se enaltece ante Dios, ante sí mismo y ante sus semejantes.

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